Willy y las rutas 2018
Código Nucú / César
Trujillo
Mucho
se ha dicho sobre el futuro político del diputado local del Partido
Revolucionario Institucional (PRI), por el Distrito II, Willy Ochoa Gallegos. Unos
ya lo acomodan en una curul, en la Cámara Alta del Senado; otros lo ubican en
la contienda por la sucesión por la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez. Mientras eso
pasa, él se mantiene ocupado en lo suyo, despachando como diputado y decidiendo
el camino, y ya fue ratificado como presidente de la Mesa Directiva del
Congreso de Chiapas y podrá tejer, desde ese espacio, las chambritas para el
puesto de elección popular que vaya a buscar.
Su
tranquilidad no es gratuita. Willy habla perfectamente el lenguaje de la
política de aldea y conoce, sobremanera, el de las cúpulas nacionales donde se
ha codeado con los viejos zorros del priismo y otros institutos políticos. Sus
relaciones de poder son bien conocidas y él nunca las ha negado. De ellas
aprendió a mantener un dejo de estadismo.
Enemigo
de la puntualidad, amante del apapacho discursivo, Ochoa Gallegos debe estar
maquilando ya el mejor espacio para moverse y quedar bien parado, de nueva
cuenta, en los comicios venideros. Por lo pronto, no dudo que tenga a un San
Juditas de cabeza —y con un sinnúmero de veladoras encendidas— por no encontrarse inmerso en esa hecatombe que
trae del “chongo” a tres de los suspirantes de la sucesión gubernamental, cuya
vorágine se ha encargado de liberar rumores como Caja de Pandora y vender
espejitos por doquier, apostando a la especulación que (en estos tiempos) es
solicitada por muchos y por mucho.
El
legislador sabe que no ser ungido por el centralismo, pero mantener una línea
de poder y respaldo desde grupos antagónicos, le es más productivo en estos
momentos en que el centralismo pareciera mostrar ya sus primeras fisuras,
dejando en claro una máxima que revela la historia y cuyo desconocimiento
sopesa como talón de Aquiles en los políticos de ahora: todo sistema termina
por fallar con el paso del tiempo.
Así,
pese a lo ríspido del asunto entre su partido el PRI y los verdes, así como las
nulas relaciones de amistad que existen entre él como diputado y el senador
Roberto Albores —a quien sindican como el favorito para abanderar la coalición
o, en su defecto, para caminar bajo el tricolor y el Partido Nueva Alianza
(Panal)—, Ochoa sigue caminando y la posición que hoy ocupa dentro del
Legislativo le permite tener una ventaja sobre muchos de sus oponentes.
Mantenerse como presidente del Legislativo le da cercanía al Ejecutivo que, quiérase
o no, sigue teniendo algunas riendas en la mano, pese a que el panorama lo
muestra ya rebasado.
Que
Willy ha sido favorecido desde su arribo como diputado, Sí, así es. Que ha
trastocado las reglas en cuanto a la inasistencia como legislador y que no
recibió sanción alguna, sí, así es. Que le fue creada una Comisión a modo, que
el poder del aún todopoderoso Beltrones lo cobijó, etcétera, etcétera, sí, así
es y ha sido entre muchos políticos. Pero hoy que estamos ubicados en la
antesala de las elecciones, parece que ese pasado inmediato que lo persiguió y
puso en los reflectores ha quedado guardado en la memoria de algunos y grabado
en el olvido donde todo aquello negativo cae y rara vez resurge: a menos que
algunos intereses así lo prefieran, ¿o no?
Ya
veremos, entonces, para dónde jala el diputado Willy Ochoa y si sus cotos de
poder terminan de ponerse de acuerdo con los de la diputada federal, Sasil De
León y el de su hermano Maya De León, quienes, al igual que el priista, han
hecho mención de una curul en el Senado a la que quieren aspirar y donde buscan
desbancar al doctor Gurría. No olvidemos que en política todo es miel sobre
hojuelas hasta que los intereses chocan y es aquí donde las tablas sirven para
negociar, multiplicar y ganar. Porque si éstas restan, el resultado es
negativo.
Manjar
Si
la coalición #TodosporChiapas truena, como dicen las piedras del río que ruedan
en la tormenta, el Partido Revolucionario Institucional y Partido Verde Ecologista
de México (PVEM) irán solos y medirán sus fuerzas. Al final, se impondría el
jaloneo de Eduardo Ramírez Aguilar por sobre el del centralismo que acuerpa a senador
Roberto Albores Gleason, y alguien, créame, deberá pagar por ello. Haría bien
el gobernador en medir la lealtad de sus hombres, porque si el de Chiapas Unido
se esconde, el del Panal es un espectro y los del Verde están en guerra
personal y patadas espinilleras como el futbol llanero, su carta por jugar se
encuentra deMorado. #TiemposDeAmarres // La
recomendación de hoy es el libro La ciudad
y los perros de Mario Vargas Llosa y el disco Horses de Patti Smith. // Recuerde: no compre mascotas, mejor
adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.
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