Elección de candidatos y corrupción de los partidos políticos
Código Nucú / César
Trujillo
En la antesala de los comicios 2018, nuevamente
brota el espectro de la elección de candidatos en cada instituto político.
Sigue siendo la principal causa de conflictos intrapartidistas y un factor que
termina dividiendo, más aún, a la ciudadanía. Hoy, somos testigos de cómo las
precandidaturas se han vuelto un jaloneo indiscriminado en donde los militantes
no han tenido ninguna participación y donde muchos de los ya elegidos,
inscritos como mero trámite, se encuentran despreocupados y esperando los
tiempos para subirse al tren del arribismo político que impera en nuestro
estado.
Por eso vemos los mismos rostros con la mano
alzada por el mismo color, o bien, haciendo uso de la técnica del chapulín (congruencia
política, prefieren se le llame) y apostándole a la desmemoria y protección de
sus padrinos, o de los mismos poderes fácticos, mudando de piel y apropiándose
de discursos beligerantes (antes acusaban a los otros de chairos), y exigiendo
que se acaben las corruptelas y las dádivas: sí, esa que ellos mismos
cosecharon y que hoy los tienen como los neoricos del sistema.
No extraña, entonces, que las candidaturas a
gobernador se las disputen exdirigentes o dirigentes partidistas con peldaños
en el Legislativo o con puesto dentro del gabinete sexenal: Roberto Albores
Gleason del Partido Revolucionario Institucional (PRI); Eduardo Ramírez Aguilar
y Luis Armando Melgar Bravo del Partido Verde Ecologista de México (PVEM); Rubén
Velázquez del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y José Antonio
Aguilar Bodegas y Diego Valera buscando refugio por el amarillo; María Elena
Orantes López de Movimiento Ciudadano;
Paco Rojas por el Partido Acción Nacional (PAN); Rutilio Escandón por Morena y
algunos independientes que son más un mal chiste que una opción, porque no
representan nada para los ciudadanos. No son propuestas emanadas de la
ciudadanía, de las necesidades reales de la gente. Punto.
Del mismo modo, vemos a los caciques locales, a
los familiares de los políticos e, incluso, a los colaboradores de dirigentes que
carecen de méritos y que no cuentan con una trayectoria política conocida, que
no fueron formados en las ideologías de los partidos (prostituidas hasta el cansancio
desde hace mucho), sentirse ya merecedores a cualquier trono en cualquier
tiempo. Los vemos llegar sin ningún trabajo de partido, sin capacidad
intelectiva, ensartados en los modales copiados de otros tan estólidos como
ellos, sin ser más que producto del arribismo de quien los cobijan y que los
ayuda a convertirse, claro está, en factor descomposición y fundadores del
impasse político en el que ahora vivimos.
Desde hace varios años ya que estamos inmersos
en un ruleta donde la repartición de puestos de elección popular parecen
sacados de un talk show. Quienes
ocupan los espacios abogan a la no transparencia y son fieles defensores de la
no rendición de cuentas. Por ende, ningún partido político cumple con las
normas mínimas y se pasan los estatutos y a la militancia por donde les
conviene y les quepa. Quizá por ello de nada sirva el discurso que exige la
renovación del compromiso democrático, cuando desde los mismos colores se
fincan las bases fraudulentas para que el sistema siga cooptado por la incompetencia.
Hoy, los colores partidistas abogan por que los
derechos políticos-electorales de los ciudadanos se muevan en círculos
pequeños, se muevan bajo intereses particulares y acuerdos cupulares, si bien
les va. Sólo algunos independientes logran romper con estos círculos viciosos.
Y digo que sólo algunos porque, desgraciadamente, sabemos que muchos de éstos
que dicen irse por la libre, que abanderan discursos que rompen abruptamente
con su pasado colorido, traen apadrinado hasta el color de los zapatos.
Risible, ¿no?
Por ello, las prácticas antidemocráticas que
violan los derechos de la militancia son la bandera de los partidos políticos. Buscan
que no sean ciudadanos honestos los que lleguen a los cargos de elección
popular. Se encargan de crear un sinnúmero de trabas y restringen los espacios
de acceso al poder. Exigen estar entre los más influyentes, ensalzan el
incumplimiento de la normatividad federal y no son garantes de los procesos de
elección democrática, ya no digamos la búsqueda de la equidad que tanta falta
nos hace.
Así, en la antesala de los comicios venideros se
siguen vejando los derechos de los militantes con procesos sin transparencia e
imposiciones acartonadas. Y lo peor, como señalan los expertos, “ningún partido
reconoce explícitamente que los ciudadanos inscritos en sus filas tienen
derecho a participar en la elaboración y aprobación de la plataforma política o
estatutos”. Simplificando las cosas, diría el abuelo que en gloria esté: “Estamos
jodidos”.
Manjar
En
conferencia de prensa, el líder estatal el Partido de la Revolución Democrática
(PRD), César Espinosa Morales, declaró que el registro y la aspiración a la
precandidatura rumbo a la sucesión gubernamental del expriista José Antonio
Aguilar Bodegas ha sido cancelada. Dos factores son los que fueron claves para
esta determinación: su registro fuera de las oficinas del instituto político y
las acusaciones que el Fiscalía General del Estado de Chiapas ha hecho en su
contra. ¿Hasta aquí llegó Josean? #LástimaMargarito
// Ahora, tras el fallo a su favor del Tribunal, lo único que le importa al
senador Roberto Albores Gleason es saber si el PRI va en alianza con PVEM en Chiapas
y esperar que, sí es así, sea él, el elegido. Si no cuaja la alianza, otro
gallo podría cantar. Nada nuevo. Los priistas lo saben. ¿Estarán preparados
para un proceso sin tucán? Ya veremos #CámaraNoMeAgüito
// La recomendación de hoy es el libro La
bola y La gran ciencia de Emilio Rabasa y el disco Is This It de The Strookes. // Recuerde: no compre mascotas, mejor
adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.
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