México, país feminicida
Código Nucú / César Trujillo
Según
el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), en lo que va del
2017, en México se han cometido 82 feminicidios. Lo grave del asunto es que las
autoridades saben que el principal corredor de trata de personas de nuestro
país se encuentra entre Puebla-Tlaxcala y, pese a ello, persiste la omisión aunque
ha quedado al descubierto “la prevalencia de la violencia contra las mujeres y
el incremento de las desapariciones” en dicha zona.
Por
si quedaba duda de lo señalado por el OCNF basta checar el Registro Nacional de
Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) que muestran un dato
escalofriante: del 2012 al 2015 han sido desaparecidas, tan sólo en el estado
de Puebla, 780 mujeres. Los rangos de edad van desde los 15 a los 29 años. ¿Las
autoridades? Brillan por su ausencia y guardan un mutismo ingente que pondera
el abandono al que han sometido a las mujeres.
El
Observatorio Ciudadano Nacional, a través de un comunicado, reveló parte del
Informe del Grupo de Trabajo Conformado para Atender la Solicitud AVGM/08/2016
de Alerta de Violencia de Género Contra Las Mujeres en el Estado de Tlaxcala,
mismo que fue emitido en octubre del 2016, donde explica: “En el estado de
Tlaxcala existen redes consolidadas de trata que operan tanto a nivel nacional
como transnacional. Esto constituye un foco rojo de violencia feminicida, en
tanto que es un lugar central de captación de víctimas, de explotación de las
mismas y de origen de los líderes de bandas de explotación sexual”.
Es
de suma importancia que las autoridades investiguen el modus operandi y el
patrón que usan de los grupos delincuenciales en el estado de Puebla y cómo
éstos se mantienen coludidos con los de Tlaxcala, hasta lograr convertirse en
un peligro para cualquier mujer en toda la república mexicana.
Queda
claro que los feminicidios seguirán dándose mientras el mismo Estado y la
sociedad (a través de la familia, las empresas, los medios de comunicación y
las instituciones educativas) sean comparsas y fomenten la no visibilidad de la
violencia (sea cual sea) e incluso la toleren y la justifiquen como parte de la
“cultura”, que es lo que ha hecho que ésta se convierta en una situación de
impunidad total que termina cobrando más vidas.
Las
mujeres tienen razón. No hay lugar seguro para ellas en México. Ningún espacio
lo es ya con esta ola de feminicidios que lleva años lacerando el tejido social
de nuestro país, que muestra la justificación de nosotros los hombres con el #NoTodosSomosIguales, aunque las
activistas y los colectivos feministas nunca hayan dicho eso, y que ha mostrado,
sobre todo, una apatía enorme de las autoridades mexicanas por dar el trato que
requieren los crímenes de odio contra las mujeres convirtiendo a México en un
país peligroso para ellas.
A
estas alturas, México debería tener implementado en todos los estados el
Protocolo Alba que “permita salvaguardar la vida e integridad de las niñas y
adolescentes que son desaparecidas”. Así como las Fiscalías reaccionar de
inmediato a cualquier llamado de auxilio de las mujeres sin cuestionar nada
porque lo importante, en estos tiempos, es buscar salvaguardar su integridad.
Tienen
mucha razón las mujeres que ayer gritaban, con un nudo en la garganta,
“justicia”, mientras escuchaban una larga lista de las mujeres que han sido
víctimas de feminicidios. Tienen razón al decir que están hartas de vivir con
miedo, que están cansadas de la inseguridad que permea todas las estructuras,
que están cansadas del machismo, que se sienten desprotegidas ante la institucionalización
de la impunidad y la complicidad de las autoridades responsables de procurar y
administrar la justicia.
Los
datos que arroja el artículo Violentadas de Sonia M. Frías (publicado en la revista
Nexos el 1 junio del 2016) señala que la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de
las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), curiosamente la última fue en 2011, revela
que más de un millón 300 mil mujeres en México padecieron violencia física; 830
mil, violencia sexual, cuatro millones 200 mil, control coercitivo. Y los datos
empeoran: más de dos millones 600 mil mujeres fueron objeto de abuso sexual (según
la autora es equivalente a toda la población de Sonora). Es decir, “fueron
toqueteadas, violadas, han tenido miedo de ser atacadas o abusadas sexualmente,
han recibido insinuaciones no deseadas, han presenciado algún acto
exhibicionista o algún tipo de acto sexual en el ámbito público, laboral,
educativo o familiar”; asimismo, alrededor de cuatro millones 200 mil mujeres
recibieron piropos o frases de carácter sexual que las hicieron sentir mal.
Sólo
me pregunto, ¿qué estamos haciendo nosotros como sociedad, como medios de
comunicación, como hombres, para atacar estos problemas? Lo peor que le está
pasando a México es ver como algo natural la violencia hacia las mujeres.
Tienen razón: Las estamos matando. El silencio y la apatía, considero, terminan
siendo los cómplices más poderosos.
Manjar
Un
video donde el titular del Fondo de Fomento Económico (Fofoe), Óscar Ochoa
Gallegos, sale a pedir disculpas públicas por su frivolidad y mezquindad al
hablar de las víctimas del terremoto, circula en el Facebook. Lo justo y ético
hubiese sido que presentara su renuncia y deja el puesto para alguien
competente. Cierto, no debemos mezclar en sus pifias y en su fútil manera de
ser a otros, aunque curiosamente todos parezcan horneados en el mismo molde. #NiACuálIrle // Si tiene ropa en buen
estado que ya no use, dónela. Muchas personas perdieron todo en el terremoto
del 7 de septiembre pasado. #HoyPorEllos //
La recomendación de hoy es el libro Nudo
de serpientes del maestro Alejandro Aldana Sellschopp y
el
disco Born Under A Band Sign de
Albert King. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada
mejor qué hacer, póngase a leer.
@C_T1
palabrasdeotro@gmail.com
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