La reconstrucción y el dinero robado por exgobernadores.
Código Nucú / César
Trujillo
Para
la reconstrucción de los estados afectados por los terremotos del 7 y el 19 de
septiembre que dañaron a Chiapas, Oaxaca, Morelos, Puebla, el Estado de México
y la Ciudad de México (según el primer balance dado a conocer por el presidente
Enrique Peña Nieto), se requiere un aproximado de 37 mil millones de pesos. Es
decir, el equivalente a los 40 mil millones de pesos que se llevó el
exgobernador chiapaneco, Juan José Sabines Guerrero y que fue premiado con un
Consulado en Orlando, Florida, en vez de ser puesto tras las rejas.
O
bien, podemos mencionar los más de 30 mil millones de pesos que desvió el
exgobernador de Quinta Roo, Roberto Borge, y que pese a estar detenido no ha
devuelto ni un solo peso, formando parte de esta simulación en justicia a la
que juega México. Es más, podría también mencionarse el monto de los 55 mil millones
de pesos que hiciera humo el otro César Duarte, el de Chihuahua, y la lista
podría ampliarse y no tener un fin.
Para
no ir tan lejos (y ponerlo fácil) esto significa que si las autoridades
detuvieran a los tres exmandatarios (sólo estos) y los obligaran a devolver lo
que se robaron (nada más y nada menos que 125 mil millones de pesos, aproximadamente),
no sólo se podría empezar con la reconstrucción sin largas explicaciones y los
jaloneos en los que los partidos se desviven peleando la chuleta, sino que se
podría dar a quienes lo perdieron todo una vivienda digna y la oportunidad de
retomar el camino que perdieron.
Resulta
risible que mientras hay una larga fila de exgobernadores con desvíos
multimillonarios, protegidos y empoderados (ocupando puestos dentro del gabinete
federal unos), exgobernadores que bien podrían ser detenidos y a los que se les
puede fincar responsabilidades, el gobierno federal se dé topes y golpes en el
pecho usando una arenga de esperanza que, pocos, muy pocos creemos.
Así,
mientras Sabines Guerrero es cónsul pese al desfalco que le hizo a Chiapas, los
damnificados del mismo estado deberán conformarse con la espera de que hacia el final del año se
tenga encaminado el proceso de reconstrucción. Y, aclaro, que no es que se dude
que tenga clara ya una hoja de ruta y esquemas de colaboración entre los tres
niveles de gobiernos (lo dijo Peña Nieto), sino que la experiencia nos ha
legado sinsabores que nos hacen revivir la orfandad y el desasosiego en que han
quedado, desde años atrás, quienes son damnificados.
Así,
tenemos que si sumamos a los exgobernadores de Veracruz, Quintana Roo,
Chihuahua, Durango, Tamaulipas, Nuevo León, Sonora y Coahuila, que fueron los
incrementaron, de acuerdo con datos de los estados y de la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público (SHCP), las deuda en 186 mil 535.7 millones de pesos, respecto a la
que recibieron al llegar al poder, más la deuda de Chiapas y Puebla, donde los
exgobernadores no cantan mal las rancheras, tendremos montos que ayudarían no
sólo a la reconstrucción, sino a reducir los Índices de Desarrollo Humano en
Chiapas, Oaxaca y Guerrero, por mencionar a los más pobres.
Según
el presidente Enrique Peña Nieto las afectaciones costarán 13 mil millones de
pesos en daños en escuelas, 6 mil 500 millones de pesos en viviendas de Oaxaca
y Chiapas; 10 mil millones, cifra preliminar, para los inmuebles en Ciudad de
México, Morelos, Puebla y el estado de México, así como 8 mil millones en
patrimonio cultural. Las cifras, aunque suenan muy elevadas, son una fruslería
para todo el desvío de recursos que se ha permitido y que tiene a varios
estados con deudas estratosféricas y condenados a no poder pensar en el
desarrollo, mientras las familias de esos políticos viven como reyes.
¿Por
qué proteger a los exgobernadores que aún están libres y simular justicia con
quienes han caído? La respuesta que salta a botepronto son el amasiato
corrupción e impunidad que se han acostumbrado a abortar políticos que buscan
los puestos de elección popular para el enriquecimiento propio, aunque ello
signifique condenar a los estados a la miseria.
Los
damnificados están, la esperanza también, lo que queda en tela de juicio y con
una interrogante enorme por donde se vea, es si toda esa palabrería vertida
terminará aterrizando, o si seguiremos hablando en años venideros como se habla
ahora de los damnificados del Stan: un recuerdo non grato.
Manjar
Dice
Óscar Ochoa Gallegos, titular del Fofoe, que “para reconstruir a #Chiapas se
necesita caminar calle por calle, casa por casa y escuchar a las familias que
han sido víctima de la naturaleza. Para reconstruir lo que se desmoronó se
necesita trabajar con el corazón”. Bonito se lee todo, ¿no? Habría que decirle
que llevan años los políticos caminando calles, tocando puertas de casa en
casa, dizque escuchando a los damnificados (de siempre) y Chiapas aún sigue
estando entre los tres estados más pobres. ¿Trabajar con el corazón? Curioso
mensaje para quien está en el poder y lo caracteriza su frivolidad. Digo, el
kit del dolor no se olvida con un video mal proyectado y una disculpa efímera. #LenguasLarga // La recomendación de hoy
es el libro Leviatán de Thomas Hobbes
y el disco Mujeres de Silvio Rodríguez. // Recuerde: no compre
mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.
@C_T1
palabrasdeotro@gmail.com
9611678707
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