Juniorcracia, mal en boga
Código Nucú / César Trujillo
La
juniorcracia es una plaga que se reproduce con mucha facilidad. Ésta no elige a
jóvenes que sean representativos, que tengan trabajo de militancia o que
ponderen posturas ideológicas, sino que se nutre del más vetusto mal de la
política, es decir: los compadrazgos, el apadrinamiento y el palomeo de los
familiares (patrocinadores de campañas y sueños frustrados) que han visto un
modo de vida sustentado en el arribismo, el oportunismo y la rapiña oficial.
Desde
hace rato que la juniorcracia pondera a los jóvenes que sin trabajo político
alcanzan con facilidad los puestos de elección popular. Son esos mismos que
aparecen por arte de magia en tiempos electorales y que se integran a las
planillas y caminan entre la gente como si fueran estrellas de rock (¡Uff!).
Son los mismos que abanderan una estulticia ingente que se palpa en sus
intentonas por hilar discursos o hacer que lo que dicen se entienda; son esos
que usted ve en las diputaciones a través de las fórmulas plurinominales y que
son el peor cáncer que pudo padecer la sociedad.
Lo
cierto es que los promotores principales de este mal son los partidos políticos
que se han encargado de coartar el derecho de participar en las elecciones a
los candidatos y candidatas jóvenes con ideales, esos jóvenes que sí podrían
representar el cambio y que son excluidos por dar paso a esos junior que ven a
la política como un modo de vida basado en el derroche y el empoderamiento vil.
Y
ojo, que si bien es importante que los jóvenes participen en la vida política
del país, esta participación debería ser bajo una normatividad irrestricta de
cada instituto político y, por sobre todo, priorizar el trabajo en las bases,
la formación ideológica, la capacidad de liderazgo y una llegada transparente,
alejada del dedazo o de la herencia por apellidos, o como mínimo requisito que
estén actualizados con lo que acontece en el mundo entero.
Pero
no vayamos muy lejos. Chiapas es ejemplo claro del daño que causa el uso
desmedido de la juniorcracia. Jovencitos
y señoritas, niños snob y hípsters que fueron metidos a la fuerza, como cuña
que ni aprieta, y que hoy tienen a nuestro estado patas arriba. Son esos que
ante los problemas que requieren la intervención de la clase política se hacen
chiquitos o desaparecen, o, peor aún, terminan tomando decisiones alejadas de
la realidad que el pueblo paga con creces (mírenos en Chiapas ahora).
Incuestionable
es, eso sí, que los cuadros jóvenes dentro de la política deban tener un
espacio digno de representación. Sin embargo, éstos requieren estar fuera de
toda imposición. Es tiempo de entender que la juniorcracia le ha hecho mucho
daño a México; que es un mal que es parte de la misma corrupción e impunidad
que traen a nuestro país de cabeza y que nos han colocado entre los primeros
diez países más corruptos del mundo (¡Ejem!).
Triste,
sí, pero mientras la política siga siendo refugio de jovencitos que la ven como
un modo de servirse, de tener prebendas y canonjías por sobre los demás, nada
va a cambiar. México requiere a jóvenes que entiendan que hacer política es
usar un arma poderosa que debe ser para detonar el desarrollo de los pueblos,
que debe ser para servir a la gente, para crear leyes que sean benéficas, para
empoderar la ciudadanía y no para ser comparsas de la rancia clase política que
nos ha legado la miseria y pobreza en todo su esplendor.
Sí.
La juniorcracia se ha encargado de ser una herida más a la democracia que
agoniza en la ignominia de la clase política. La actual integración de los
puestos en el gabinete de Manuel Velasco, por ejemplo, tiene una gran cuota de
recomendados e, incluso, de dinosaurios y personajes que sin trabajo real, sin
capacidad, se encuentran enquistados en espacios estratégicos, mostrando que
desde la ignorancia se puede legislar y hasta tomar decisiones, aunque eso
signifique destrozar a nuestra entidad y mantenernos entre los tres estados más
pobres de México.
Manjar
No
sé quién les dijo a los funcionarios que a la gente pobre se le debe hablar con
un léxico soez y golpeado. Quien haya tirado ese anzuelo, sepa que pescó al
ínclito titular del Fofoe, Óscar Ochoa, hermano del diputado priista Willy
Ochoa. No señor Ochoa, una cosa es que algunos chiapanecos seamos mal hablados
(me incluyo) y otra que a los damnificados se les llegue con la lengua sucia y
tirando mentiras. Muestre que tuvo escuela. Recuerde que de mitómanos y
desbocados está lleno el reino de los necios. #Posoye // Si tiene ropa que ya no use en buen estado, dónela. Hay
cientos de personas que lo perdieron todo. Ayudemos a quienes lo necesitan. #Hoyporellos // La recomendación de hoy
es Memorial del convento de José
Saramago y el disco Explorations de
Bill Evans Trio. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene
nada mejor qué hacer, póngase a leer.
@C_T1
palabrasdeotro@gmail.com
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