ERA: entre azul y buenas noches
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Nucú / César
Trujillo
Diecinueve
panistas han ungido al diputado local Eduardo Ramírez Aguilar, presidente de la
Mesa Directiva del Congreso del Estado y presidente del Partido Verde
Ecologista de México (PVEM) en Chiapas, como el “favorito” y el único “con la
capacidad de unificar las distintas fuerzas políticas del estado” para
encabezar irónicamente el Frente Amplio Opositor que han sellado el Partido Acción
Nacional y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) desde el centro del
país.
Lo
han ungido sin que éste renuncie a su partido, sin que sean los tiempos
electorales y —en el peor y más increíble de los casos— bajo una burda
contradicción al querer imponer a un hombre de derecha, plenamente identificado
con el equipo del gobernador Manuel Velasco desde que fue alcalde de Comitán,
en la alianza que supuestamente encabezaría la izquierda, a la que tampoco
pertenece el blanquiazul que se encuentra, al menos en Chiapas, sin una carta
que los represente y bajo una dirigencia endeble.
No
bastó el coqueteo de Lalo Ramírez en Tapachula al señalar que su “partido” estaba
abierto a todos los colores, siempre y cuando aceptaran que fuese un tucán (no
importa que esté estuviese desplumado) el que lo representara. No bastó,
tampoco, que lo tundieran en las redes porque una de las lecturas a su
pronunciamiento lo ubicaba como “desesperado” (puede ser) por tener cabida en el
Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que encabeza Andrés Manuel López
Obrador.
Lo
cierto es que parece que nada está favoreciendo al diputado local, al que si
bien no se le descarta como suspirante rumbo al 2018, en este panorama de
incertidumbre que impera en la definición de candidatos por cada partido, se le
debe criticar su desesperación por figurar en cualquiera de los escenarios posibles.
Ni
la fundación Jaguar Negro (método que le restó en vez de sumar), ni la
Asociación Civil Hacia una nueva ERA, ni las casas de consultoría en municipios
con sus siglas, hasta ahora, han tenido el impacto que el legislador buscaba o
pensaba alcanzar entre los chiapanecos. Entonces, sí pareciera que esa
sentencia dictada al mencionar que quería abandonar las filas y que causó
malestar en el Ejecutivo es certera.
Alguien
alertó al gobernador de que uno de sus muchachos pensaba mudar de piel y
brincarse la tranca con todo y estructura. Alguien prendió la alerta antes del
golpe y el cambio de dirigencia, que es necesario (cabe señalar) para que
Ramírez Aguilar camine en busca de otro puesto de elección popular, se anuncia
en breve poniendo al frente a uno de los hombres de toda la confianza de
Velasco Coello, cuyo nombre es Roberto Rubio, encargado de mantener a la
militancia en su color y su sitio.
Desde
el año pasado estuvo corriendo como pólvora el rumor de que Lalo Ramírez se
quería volver moreno y que para el camuflaje tenía el pago perfecto: la estructura
que lo respaldaba, aunque ésta fuese del PVEM. Las veces que la prensa lo
cuestionó, sus deslindes fueron tibios y siempre ponderó su lealtad al gobierno
de Velasco, una lealtad que sabemos está vinculada a sus intereses y sus
necesidades que no son las mismas que las del gobernador.
No
quiero pensar que ERA, siendo un hombre que conoce la política de Chiapas y que
ha recorrido el estado, se haya imbuido en una bola de nieve al pensar que él
podría tomar sus propios acuerdos fuera de los intereses cupulares, porque eso
no va a pasar. Sin embargo, parece que se ha equivocado y pese a estar ungido
por el Verde —siendo el líder estatal— y sumido en el Legislativo al servicio
del Ejecutivo, algo no le está cuajando.
No
es gratis que 19 panistas, tres o cuatro de ellos conocidos, eleven la voz bajo
algún acuerdo dando el respaldo y vanagloriando al presidente de la Mesa
Directiva del Congreso del Estado, pues de darse esa alianza que abanderara ERA
ésta no representa oposición ninguna al góber, por el contrario: significaría
su protección. Hasta el momento en que estoy cerrando mi columna la dirigencia
estatal del PAN, en manos de la diputada federal Janette Ovando, tampoco ha
salido a dar su posicionamiento sobre este “destape” que militantes de su
partido han hecho en pro del legislador verdeecologista. Lo que sí es que, a
cómo van las cosas, terminará siendo cierta la sentencia del rumorólogo que en
el Congreso me dijo que a ERA pensaban dejarlo reelecto como diputado, con el
control del Legislativo y moviendo las piezas a su antojo. No descartemos nada,
pues recordemos que en política todo puede ser posible.
Manjar
¿A
qué aspira Fernando Castellanos en el 2018?, me preguntaron vía inbox luego de
hablar sobre su fundación en la columna anterior. Yo creo que aspira a alguna
pluri, respondí, porque de otro modo no pasaría por votación. Su pésimo trabajo
al frente del ayuntamiento no le ayuda en nada y lo mantiene vivo la
insistencia del góber de seguir dando teta a sus amigos. Fuera de eso, sus
sueños de gobernar están tan sepultados como sus promesas de campaña que nunca
cumplió. Por mi casa corren aguas negras, me dijeron luego. He ahí la respuesta
a este gobierno que encabeza, pensé.
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